La Comisión Europea ha aprobado este martes un nuevo marco temporal de ayudas estatales que permitirá a los Estados miembros apoyar con mayor agilidad a empresas que inviertan en tecnologías limpias, energías renovables y procesos bajos en carbono. Una medida que, según ha detallado el Ejecutivo comunitario, estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2030 y afectará de forma directa a sectores como el agroalimentario, el enoturismo y la industria vitivinícola.
Bruselas ha dado luz verde al llamado Marco Temporal de Crisis y Transición (CISAF), que sustituye al reglamento adoptado en 2022 como respuesta a la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania. El nuevo texto se alinea con los objetivos del Pacto Verde Europeo y del plan industrial para una economía neutra en carbono.
En declaraciones difundidas por la Comisión, la vicepresidenta ejecutiva Margrethe Vestager ha señalado que este marco «permitirá a los Estados miembros acelerar la inversión en energías renovables, eficiencia energética, tecnologías de almacenamiento y descarbonización de procesos industriales». Vestager ha insistido en que el modelo «preserva la igualdad de condiciones en el mercado interior», al mismo tiempo que proporciona flexibilidad para sostener a los sectores más estratégicos de la economía europea.
El nuevo régimen contempla ayudas a la inversión para instalaciones que incorporen autoconsumo solar, biomasa o sistemas híbridos de producción energética. También se abre la puerta a subvencionar la incorporación de tecnologías innovadoras para la mejora de procesos, la reducción de emisiones o el aprovechamiento de residuos agrícolas y subproductos.
Asimismo, las empresas con un consumo energético elevado —ya sea por climatización, refrigeración o procesos térmicos industriales— podrán acogerse a mecanismos de compensación. En este apartado, la Comisión autoriza incluso la concesión de ayudas superiores a los 200 millones de euros por proyecto, si así lo justifica el impacto ambiental y estratégico de la inversión.
El próximo paso corresponderá a los gobiernos autonómicos y estatales, que deberán adaptar sus convocatorias a esta nueva vía legal para fomentar una industria agroalimentaria más limpia, resiliente y preparada para los desafíos del cambio climático.