A pesar de mi juventud, he tenido la fortuna de viajar ampliamente. He recorrido Madrid, Estambul, Batumi, Caracas, París y muchas otras grandes ciudades del mundo. No obstante, hasta ahora, no había tenido la oportunidad de adentrarme más allá de estos grandes núcleos urbanos que no siempre reflejan la esencia y diversidad verdadera del país que representan. Por ello, al enterarme de que viviría y estudiaría en Granada durante un año entero me ilusioné mucho. Era mi primera vez en la linda tierra de Andalucía, y mi primera vez en una ciudad más local y pequeña, pero aun con una historia rica, larga y poderosa.
Llegué a Granada sin saber qué esperar, ya que mi conocimiento de la ciudad se limitaba a lo más emblemático. Me alojé en el centro entre la puerta real y el ayuntamiento de Granada y empecé a descubrir la ciudad como un turista, pero también como un estudiante que iba a vivir en la ciudad por un año entero. Así, iba a ser testigo no sólo de su vibrante y amable comunidad, sino también de los momentos de alegría y las festividades, y también las quejas y los momentos tristes de su ciudadanía.
Mi primera noche solo en Granada era un viernes, mi propietario, que era relativamente mayor y había visto todo desde la Guerra Civil Española hasta la Segunda Guerra Mundial y la hermosa transición de España hacia la democracia, noto que yo estaba solo y me invitó a comer pizza y churros en el Café Fútbol en la Plaza de Mariana Pineda. Me dijeron que lo harían todos los fines de semana hasta que encontrara amigos. Esta fue probablemente la primera impresión más emocional y agradable que tuve de una ciudad y su gente, y me mostró lo llena de amabilidad que está la gente de aquí lo cual agradezco y aprecio mucho.
En las próximas semanas estuve conociendo la ciudad, sus barrios, sus atracciones turísticas, sus restaurantes y su gente. Recorrí la Alhambra, todos los miradores, los antiguos cármenes, las montañas y las cafeterías, bares y taperías. Como alguien de origen mixto, Jordano y Venezolano, sentí una profunda conexión con Granada, que evocaba en mí los rastros de mis dos países. Su clima mediterraneo, su historia diversa de encuentro entre religiones y tradiciones, su arquitectura única y la forma en que la ciudad abraza la vida y te acepta sin importar quien eres ni de dónde vienes. Todo esto me habló de manera tan íntima que me hizo sentir un profundo amor por la ciudad.
Sin embargo, el amor y el cariño requiere cuidado y retribución y por eso me estoy dedicando a voluntariar y conocer más sobre las inquietudes o quejas de la comunidad Granadina. Una de las cuestiones que considero de gran importancia tanto para mí como para la ciudad es la gentrificación impulsada por el turismo, un problema social que alcanza todos los rincones de España y que se está agravando en Granada. Esta preocupación surge del hecho que quiero recibir a numerosos amigos y familiares para mostrarles la belleza de esta ciudad, y me gustaría que sus actividades turísticas se lleven a cabo de una manera responsable, de forma que no contribuyen al empeoramiento de este problema social. La gentrificación relacionada con el turismo se deriva principalmente del uso de plataformas de alojamiento P2P, las cuales alteran la armonía de la ciudad ya que aumentan los precios de la vivienda y transforman los barrios. Además, este tipo de gentrificación eleva los precios de bares, cafeterías y otros espacios sociales lo cual impide la convivencia con los residentes locales. Por ese motivo, insisto siempre a quienes visitan la ciudad en la importancia de seleccionar opciones de alojamiento socialmente responsables y consumir en establecimientos locales y evitar los lugares turísticos masificados.
En conclusión, a lo largo de mi tiempo aquí, hice amigos y tuve experiencias que me han ayudado a crecer como un reciente adulto y cambiaron mi forma de ser. Antes de llegar a Granada, muchos amigos Españoles me comentaron que Granada me atraparía y que no iba a irme, algo que no entendí plenamente hasta haber vivido en ella. En los meses que me restan, deseo explorar la ciudad de una manera más profunda y contribuir al bienestar de su comunidad como una manera de darle mis gracias.